Te descubro en el latido inerte
cubierto de hiedra y de llovizna,
regocijado ante la muerte
como habitante esplendoroso de la vida.
Te descubro escondido
entre mis idas y tus venidas,
entre silenciosos gritos
que no amortiguarán la caída.
Te descubro con el mismo traje,
en el minuto exacto, en el preciso instante
en el que la verdad (vestida de mentira)
pareciera ser importante.
A expensas de esta memoria (tan ajena y tan mía)
que es cuenco inhabitable y dolorido,
de mil ideas rotas, pensamientos que transitan
violados y abandonados en el andén del olvido.
Pero aún así, te descubro,
deshilando el espeso manto
que tejí para volverte absurdo,
transparente, inanimado.
Eres nuevamente tú, ese miedo mayúsculo,
disfrazado de fracasos,
contenido en la pulcritud silenciosa
de un papel en blanco.
Un placer haberte encontrado y poder leerte
ResponderEliminarBesos
nela