¡Qué sería de nosotros sin los muros de la codicia, sin las fronteras armadas, sin la intolerancia del poder! Sin vencedores ni vencidos en esta ardua batalla, en esta tarea cotidiana de vivir…
A veces, quisiera escribirle un poema de amor a la tarea cotidiana de vivir. A las mañanas grises salpicadas de nostalgia, a las ramas vacías de esos viejos árboles que aún se mantienen en pie, tan llenos de cicatrices y de recuerdos y de vida… escribirle a la lluvia que nos empapa de dentro hacia fuera, de fuera hacia dentro con su tristeza y empolva las hojas caídas en la memoria… esa memoria tan nuestra donde habitan los que ya no están, los que no estarán…
A veces, quisiera escribirle una oda a la esperanza, que se esconde, trasmuta, enloquece y cambia el color verde de su traje verde hasta volverse morada, porque no tiene aire, no respira, no avanza, y presiente que su muerte la acecha en un rincón, donde yace abandonada.
Escribir una historia sin guerras, sin hambruna en las paredes del alma, sin esos niños que nacen con la muerte marcada en la espalda, como una macabra etiqueta, un ilícito código de barras, invisible, imborrable… dejando un rastro imperdonable de esta miserable sociedad que nos ahoga y nos abraza.
A veces quisiera ser el arquitecto del tiempo y construir con palabras un puente hacia los anhelos, los sueños, las miradas, la ternura ociosa, la sonrisa despistada. Tender la mano y pintar en el aire una cometa con hilos de nubes blancas, con alas de colores para hacer volar de nuevo la esperanza.
No teconocía, me encanta la profundidad del alma humana y acá la he encontrado, la honestidad y la amble visión de uno mismo.
ResponderEliminarMe he llevado una sorpresa con gusto dulce. Ahora que sé existes, te sigo.
Un abrazo y sigue así, escribiendo con el alma.
Esta mañana he comentado a otro blogger, que quizá si todos pusieramos más empeño en perseguir nuestros sueños, este sería un mundo mejor, es la conclusión que saco también de leer tu texto.
ResponderEliminarHe visto que me sigues en el blog, un placer y encantada de leerte.
A veces, quisiera tener alas, y poder abrazar las almas que alimentan mi esperanza, almas blancas llenas de sueños, como la tuya, la mano amiga que sabe estar allí donde se esconde la desesperanza.
ResponderEliminarGracias por tus letras, madrileña.
Te quiero mucho amiga mía
Tremenda la parte de la esperanza, incluso se la puede ver como declina de verde a morado..que triste, pues todo comienza con ella.
ResponderEliminarUn abrazo